domingo, 15 de abril de 2012

Vivir es muy caro: muéranse pronto

Juanse Raigal - ATTAC Castilla-La Mancha

En el año 1973 se estrenó la película de ciencia-ficción “Soylent Green”, dirigida por Richard Freischer y protagonizada por Charlton Heston (el ultra republicano y presidente que fue de la Asociación Nacional del Rifle Norteamericana) y Edward G. Robinson, entre otros. Su apocalíptico guión nos presentaba la ciudad de Nueva York en el año 2022, habitada por más de 40 millones de habitantes, físicamente separados por una mínima élite que mantenía el poder político y económico, con accesos a lujos (agua corriente, verduras, carne) y la gran mayoría de la población hacinada en las calles y edificios semi-derruidos donde sobrevivían a base de agua en garrafas, y como comida unas galletas que son producidas por la Compañía Soylent, empresa que fabrica y provee alimentos procesados en granjas marinas, en teoría vegetales, entre ellos el soylent verde, hecho con plancton marino dado que el efecto invernadero ha extinguido los alimentos.




El protagonista Robert Thorn (Charlton Heston) es policía y vive con un anciano profesor (Edward G. Robinson) que le cuenta cosas del pasado -cuando el planeta era habitable y existían alimentos para todos- al que le toca investigar el asesinato de uno de los principales accionistas de la compañía Soylent que ha sido encontrado muerto en su apartamento. Decide hacer una visita al lugar y, aparte del cadáver, se encuentra con cosas que nunca había visto antes, como un refrigerador con alimentos; licores, una ducha con agua caliente y jabón y una biblioteca, recogiendo algo de comida y un par de libros, antes de regresar a su propio departamento. Sigue la película mostrándonos escenas de represión de la población, en la que emplean Bulldozer con sus palas con las que “recogen” a los manifestantes, para terminar con la decisión de su viejo amigo de dar por terminada su vida en un sitio llamado El Hogar, en el cual recrean el mundo como era en su época de juventud, con imágenes de campos verdes, bosque, ríos, etc, antes de acabar con su vida con una inyección letal. Antes de agonizar le pide a su amigo Thorn que siga su pista antes de desaparecer, descubriendo éste que el destino real de todos los cuerpos humanos es el de su procesamiento para producir Soylant Verde.



En el verano de 2.010 el Presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, advirtió a los sindicatos y movimientos populares de Europa que si no aceptan los paquetes neoliberales de austeridad, podrían instalarse dictaduras militares en España, Grecia y Portugal. Esta situación apocalíptica de las democracias –según él- venía dada por la situación de endeudamiento; por lo que si no implantaban los paquetes de medidas de austeridad que la Comisión proponía, sin más alternativas en esos países podría desaparecer la democracia como la habíamos conocido.



Hace unos días la Presidenta del FMI, Christine Lagarde, ha venido a pedir una revisión de las prestaciones de jubilación, mediante un retraso en la edad para su acogimiento, así como un recorte en las prestaciones. Todo ello generado por, según la opinión de “sus expertos economistas”, el riesgo de que la gente viva más de lo esperado. La conclusión a la que llegaban dichos expertos era que: “Vivir más es bueno, pero conlleva un riesgo financiero importante”.

En esta misma semana el Gobierno del PP ha venido a anunciar un nuevo recorte a los ya recortados Presupuestos Generales del Estado para 2.012 de otros 10.000 millones de Euros en Educación y Sanidad; aparte de esto, el Ministro del Interior mostraba su determinación de modificar el Código Penal criminalizando las protestas civiles, incluyendo la resistencia pasiva a la autoridad, que afectarán directamente a derechos tan fundamentales como el de reunión y manifestación.

¿Estamos llegando a la sociedad que nos describían las películas catastrofistas de ciencia-ficción? ¿A las políticas neoliberales les sobramos los ciudadanos? Digo esto porque las últimas directrices que vengo observando en los gobiernos de Europa van encaminadas, bajo la escusa de la deuda pública que ellos han generado, a limitar los derechos de los ciudadanos en todos los sentidos. Si limitamos el derecho a la educación, haciendo que sean las clases más pudientes las únicas que puedan dar educación a sus hijos, tendremos una población más ignorante y, por tanto, más sumisa y receptiva a los mensajes que machaconamente nos repiten los medios de comunicación: “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” “Hay que recortar gastos, no hay dinero para mantener nuestro actual sistemas”, etc. Si privatizamos el sistema sanitario, o establecemos el copago, Ias clases más desfavorecidas tendrán más dificultad de acceder a la sanidad, por lo que habrá una menor calidad de vida al no poderse costear tratamientos u operaciones que incidirán en un acortamiento de la misma ¿Vamos entendiéndonos? Si a todo esto le unimos el recorte de derechos, tal y como que pretenden con los derechos de Reunión y Manifestación, tendremos una sociedad más controlada y evitaremos la protesta, una sociedad sumisa. Y si no fuera así, ya sabemos lo que nos espera: Dictadura.

Al final Orwell va a tener razón, lo único en que se equivocó fue en la fecha de 1984, sólo falta que al final nos den de comer Soylent Green.

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