Joseandrés Guijarro Ponce - ATTAC-CLM. eQuo Cuenca. Plataforma por la Defensa de los Servicios Públicos y Sociales de Cuenca
Por mucho que lo intento, no puedo dejar de pensar que nos toman por tontos cada vez que escucho a nuestros políticos su neolengua para, con solo cambiar el nombre de las cosas, intentar hacer pasar por aceptables e incluso convenientes medidas indigeribles. Tampoco puedo dejar de pensar que realmente lo somos cuando veo repetir estas mismas cantinelas a los propios perjudicados por tales medidas. Pero en ocasiones considero que su cinismo mentiroso supera todos los límites posibles.
Uno de ellos ha sido la respuesta de la Gerencia del Hospital Virgen de la Luz a la protesta por el cierre injustificado de una planta completa del hospital. Me parece tremendamente grave dicho cierre, pero casi más intolerable es la justificación de que “no se trata del cierre de una planta sino de una reubicación de camas” que “no afectará en ningún momento a la calidad asistencial, ni a la plantilla del Hospital” *. Dos mentiras expresadas impunemente en una Junta de Personal ante los supuestos representantes de los trabajadores y ante una prensa apática y servil capaz de reflejar cualquier cosa venida desde el poder sin ningún tipo de contraste informativo y que es capaz de titular la noticia “El Hospital de Cuenca no se ha planteado cierre de plantas” *.
Señores políticos, directivos, sindicalistas, periodistas y ciudadanos en general: efectivamente una de las medidas tomadas directamente para conseguir la degradación del sistema público de salud es el cierre de una de las plantas del hospital, en concreto la 2ªB. Me da igual que el cierre se hiciese con el traslado de los pacientes ingresados el 1 de abril, tal y como anunció la Directora de Enfermería (motivo de bronca por parte del Gerente por “facilitar información al enemigo”), o que, por presión de la opinión pública, hayan decidido primero dejar de realizar ingresos para efectuar el cierre cuando esté vacía. El cierre de una planta no consiste nunca en una “reubicación de camas” sino en la “reubicación de enfermos” en otras habitaciones. Así como en el despido del personal de enfermería (diplomadas y auxiliares) que cubren a turnos dicha planta o en la no contratación de personal interino y temporal en otras plantas, servicios o, incluso, hospitales del SESCAM y la reubicación del personal fijo de la planta cerrada en dichos puestos de trabajo. Para el caso es exactamente lo mismo. Quizá no una reducción de la “plantilla orgánica” (en la que sólo consta el personal con plaza fija) pero sí una reducción efectiva de los profesionales contratados para atender a los enfermos ingresados.
Si de algo no puede presumir nuestro hospital es de moderno, espacioso o sobredimensionado. Sufrimos desde hace ya muchos años precisamente un agobiante problema de falta de espacio. Un problema que debería estar al menos paliado con una ambiciosa ampliación que habría estado finalizada hace ya unos años de no haberse interrumpido justo antes del inicio de las obras por la decisión meramente electoralista de prometer un hospital nuevo que finalmente no servirá más que como excusa perfecta para permitir la privatización de la medicina pública en Cuenca. Un problema de espacio que obliga con frecuencia a habilitar terceras camas en habitaciones ya de por si pequeñas para dos enfermos. En tales condiciones, cuando continuamente superamos el límite de ocupación media exigible para poder absorber picos de demanda, hablar del “despilfarro económico” que supone “un elevado número de camas desocupadas de manera permanente” es una auténtica aberración en gestión sanitaria. Incluir en la justificación el fin del concierto de la atención sociosanitaria de la unidad de media y larga estancia que se había externalizado precisamente por la falta de espacio en el hospital y su absorción sin las medidas necesarias para ello, sobrecargando con ello más aún la asistencia, nos parece que supera los límites del desprecio a sus interlocutores.
Nos parece necesario explicar a los ciudadanos que la planta cerrada, la 2ªB, se encuentra normalmente ocupada por la Unidad de Corta Estancia de Medicina Interna (UCEMI), una de las unidades de mejor funcionamiento del hospital y que por sus características conseguía una importante reducción de la estancia hospitalaria de los pacientes allí atendidos con una alta calidad asistencial. Los cambios producidos por su cierre, aparte de una mayor incomodidad (con un claro aumento de las terceras camas por habitación) y una peor calidad de la asistencia recibida por estos pacientes y por los de las plantas donde sean reubicados, así como una mayor carga asistencial del personal de enfermería, producirán necesariamente un aumento de la duración de la estancia hospitalaria de estos pacientes y con ello un aumento del gasto. El resto de camas suprimidas eran utilizadas por los servicios de Endocrionología, Nefrología y Medicina Interna. Buena parte de estas camas, además, pertenecían orgánicamente al Servicio de Obstetricia y Ginecología donde es más importante que en otros servicios contar con un mínimo colchón de camas disponibles en caso de necesidad. Necesidad que viene dada por la imposibilidad de programación del momento en que las gestantes se ponen de parto y la necesidad de ubicarlas en la misma planta en la que se encuentran las salas de dilatación, el paritorio y el quirófano de cesáreasy por la extrema conveniencia de evitar en lo posible situaciones emocionalmente difíciles de compartir en una misma habitación como la de la mujer que acaba de abortar con la que acaba de parir y su hijo. Estas camas reservadas para necesidades obstétricas no estaban nunca desocupadas, sino que mientras no fuesen necesarias para este servicio, eran utilizadas por los otros servicios. Hablar de “despilfarro de camas desocupadas de forma permanente” para justificar el cierre de una planta que cubría esa doble función, ejemplar en la precocidad de las altas y cuya ocupación media anual estaba entre el 88,51 y el 97,74% (datos oficiales de la Gerencia del Hospital del perido 2000-2008), cuando los estándares internacionales de calidad aconsejan que dicha ocupación media no supere el 85%, nos parece el colmo de la desinformación, el cinismo y la mentira.
No podemos seguir permitiendo ni las continuas medidas tomadas en detrimento del derecho a una asistencia sanitaria de calidad ni el menosprecio hacia los profesionales y usuarios del sistema público de salud con el que nos tratan los políticos y sus gestores a la hora de maquillar y tergiversar la realidad.
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