miércoles, 28 de marzo de 2012

Un punto de vista altermundista sobre la contrarreforma laboral

Pedro J. Mesas - ATTAC Cuenca

Palabras, son solo palabras.

Llevamos varias décadas escuchando de forma repetitiva en medios de comunicación, en centros de trabajo, en gobiernos de distinto signo, la palabra “competitividad”. Según la RAE su significado es “rivalidad para conseguir un fin” en el caso de la economía ¿cuál es su fin? Debería ser, ayudar a satisfacer las necesidades humanas, que es para lo que sirve la economía, pero ¿esta sirviendo a ese propósito? Yo contestaría claramente que no. La aspiración de la rivalidad es claramente ganar y en el caso del capitalismo ganar significa acumular riqueza, este es el fin último de la palabra competitividad en la economía actual, no existe otra consideración a tener en cuenta, esta lógica es capaz de pervertir la propia función natural de la economía, por no hablar de que en toda competencia, unos se especializan en ganar, la minoría, y otros en perder, la mayoría. Este término es todo un símbolo para la ideología dominante, “el neoliberalismo” y define perfectamente su filosofía y la idea de mundo que quieren construir. 

Una de las formas de conseguir facilitar la “competitividad” capitalista es otra palabra taladrante, “flexibilidad”, (si buscamos el significado de flexible, y esto si que es significativo, es: “que tiene disposición para doblarse fácilmente” o “que en un enfrentamiento se pliega con facilidad, a la opción, voluntad o actitud de otro u otros” (recordad esta definición cuando escuchéis flexibilidad). Este nuevo eufemismo del lenguaje neoliberal solo es contemplado en una sola dirección, la que corresponde al asalariado, así ha sido en las ultimas reformas laborales y en toda la legislación en materia laboral en las ultimas dos décadas en nuestro estado. 

El consenso de Berlín. 
(Extracto de Le Monde Diplomatique, Marzo del 2012

Esta contra­rreforma cuenta con una carga ideológica conservadora clásica de “cuño ibérico”, la moderación salarial y la reducción de las cargas sociales, algo siempre presente en las reivindicaciones patronales. Pero lo que la hace diferente y extremadamente más agresiva a las anteriores es que esta alentada y dirigida desde las instituciones europeas. 

Europa coloca la evolución de los salarios en su estrategia de resolución de la crisis que sacude el continente. Mejor aún, obliga a las autoridades nacionales a obtener las reducciones. 

Ejemplos: 

· La troika, formada por el Comisión Europea, Banco Central Europeo y el FMI, interviene en los procesos de negociación colectiva griega y logra obtener una disminución salarial de 25% del salario del sector público, así como reducir el salario mínimo. 

· El mismo trío exige al gobierno rumano que adopte un código laboral revisado y una legislación de la negociación colectiva que permita reducir el coste de contratación y mejorar la flexibilidad. 

· La comisión europea llama a Bélgica a reformar su sistema de tabla salarial, argumentando que el coste laboral unitario ha aumentado mas rápidamente que en los países vecinos. 

Los estados miembros aceptaron conceder a las instituciones europeas amplios poderes en materia de control. Los gobiernos decidieron ponerse de acuerdo para llevar a cabo, a escala europea, una política común de regresión salarial. El “Pacto Euro Plus” firmado en marzo de 2011, acelera la desintegración de los modelos de negociación colectiva y sectorial (claramente presente en esta contrarreforma). 

La unión europea entiende que debe inmiscuirse en las negociaciones nacionales para imponer su concepción de disciplina salarial. 

Mejor aún: el paquete de la gobernanza económica europea o six-pack de octubre 2011 dota al pacto de restricciones jurídicas, siendo simplemente un compromiso político entre estados. Este dispositivo fue aprobado de urgencia y con total discreción, dirigido por la Dirección General de Asuntos Económicos y Financieros, los ministros de economía y el BCE. Este mecanismo prevé que un cuadro de mando dará la voz de alarma en caso de desequilibrio económico o brecha de la competitividad. 

En materia laboral este indicador es el coste laboral unitario (CLU, indica cuanto coste salarial es necesarios para cada unidad producida, miden la productividad y la competitividad). El termino productividad esconde mal la naturaleza del proyecto. 

Una intensificación de la competencia entre los trabajadores europeos dentro de la UE. 

El paradigma de este modelo es Alemania, la mejora de la “competitividad” de los exportadores alemanes es el ejemplo a seguir. Pero esta posición, la alemana, se identifica progresivamente como la causa estructural de las recientes dificultades de la zona euro. Desde hace una década el coste del trabajo ha caído en Alemania, ejerciendo presión sobre el crecimiento de sus competidores con nefastas consecuencias para la viabilidad de sus finanzas publicas. 

En términos generales la austeridad salarial a escala europea esta perpetuando esta crisis y la agravará aún más si éstas imposiciones laborales salen adelante. Al presentar a Alemania como un modelo de salida de la crisis, se omite que Alemania vende sus productos porque sus vecinos y socios se los compran, por tanto las exportaciones alemanas depende del consumo de los demás países, países que con la duración de la crisis y con la dirección equivocada e injusta de las decisiones y reformas de los gobiernos de turno, se están empobreciendo a grandes pasos por lo tanto no podrán absorber ni su propia producción ni la externa. 

Perdida de soberanía. 

Detrás de todas estas “ocurrencias europeas” en materia de laboral subyace un problema de fondo fundamental que afecta prácticamente a la totalidad de las resoluciones nacionales, la pérdida de la capacidad de los pueblos europeos para decidir, es decir el progresivo desmantelamiento de la soberanía nacional en beneficio de una élite económica continental, que decide en nombre de todos lo que es mejor para ellos. 

Esto es algo que afecta a toda la sociedad en su conjunto. Este proceso tiene múltiples frentes, el laboral, el privatizador, el financiero, el fiscal, el productivo, el energético, etc. Y para todos ellos tienen recetas a medida de sus intereses como élite (intereses que transforman académicamente en prestigiosas teorías y posteriores prácticas económicas). 

Por tanto, no estamos ante un fase ordinaria de organización política motivada por un cambio de gobierno, sino ante una verdadera transferencia de poder de la mayoría a unos pocos, evolución que viene de tiempo atrás y que se ha acelerado con la ultima crisis. 

Estas imposiciones influyen en todo el espectro ocupacional de las sociedades, limitando la autonomía, los derechos y los ingresos de la mayoría. 

En un país como España con una economía anémica y muy dependiente del consumo interno y con unos servicios públicos y sociales claramente insuficiente (incluso en “tiempos de bonanza”) nos dejan en una situación de indefensión y precariedad propios de otros momentos históricos. 

Gobierno saliente - Gobierno actual. 

El ejecutivo saliente ha seguido el guión marcado por la Europa del capital desde que estalló la crisis de la deuda soberana, podemos destacar como un claro ejemplo de estas imposiciones, la reforma constitucional de Septiembre de 2011, dónde prevalecerá el pago de la deuda a los acreedores-rentistas antes que cualquier otra prioridad social o pública. 

Esta reforma se hizo a espaldas de los ciudadanos, no se les dio la posibilidad de elegir como reza nuestra constitución, sino que nuestra regla fundamental fue modificada por presiones internas y externas ajenas a la voluntad popular. En otro nivel, hay que recordar otras reformas sugeridas desde UE: la reforma de las pensiones, la financiera, la laboral de Agosto de 2010,… 

Todas en una misma dirección y muy aplaudidas por la CE, pero en lo que respecta a solucionar el problema económico español: sin resultados; al contrario, lo ha agravado aún más. 

Estos dirigentes “progresistas” que creen ser sujetos, se convierten en simples marionetas, desentendiéndose de su ideario y de la confianza depositada en ellos. 

El gobierno actual, una mezcla entre el “cometido” y la “penitencia”, están lejos de la realidad ciudadana, por su propio sentido de la orientación política, no les cuesta demasiado hacer suyas las imposiciones exteriores, ya que forman parte de su ADN, la lógica del beneficio, del valor monetario y de la rentabilidad, en cualquier faceta de la vida (incluyendo derechos básicos, su razonamiento —no es rentable, no es lógico—). 

En el escaso tiempo que llevan en el ejercicio del poder, su actividad en la dirección establecida no ha parado de acelerarse fruto de la coincidencia ideológica de los impositores y los ejecutantes. Esta reforma laboral es una muestra clarísima de la dirección elegida. 

Pero hay más, una nueva reforma financiera en curso, que nos costará pagar a los contribuyentes, mientras que se recortan servicios públicos básicos. La privatización directa o indirecta de la sanidad, la educación, los servicios sociales, el agua,.... La austeridad presupuestaria que está ahogando aún más si cabe la maltrecha economía del reino de España, y esperaremos los próximos presupuestos generales, donde con toda probabilidad la regresión fiscal se acentuará. 

Y todo ello con una firme intención de restringir el derecho de protesta a través de cambios en la legislación de la ley de huelgas. ¡¡¡No esta mal para cuatro meses!!! 

Ninguno de los dos gobiernos ha tenido la intención de esclarecer las causas de la crisis y depurar responsabilidades. 

Huelgas sociales 

Como hemos expuesto, la “gran ofensiva” no tiene a un colectivo único en su objetivo, es contra la inmensa mayoría de la ciudadanía y por múltiples formulas. Por tanto la respuesta debe ser articulada en común desde todas las posiciones y ocupaciones del abanico social actual. 

Entender la diversidad de los diferentes colectivos que forman parte (o están empezando a formar parte) de este amplio movimiento contestatario es vital, para poder orquestar una respuesta eficaz. 

Los caminos que nos han guiado hasta estos acontecimientos son diferentes y no pueden estar exentos de crítica pero el objetivo que nos está uniendo es mucho más importante que nuestra discrepancia, el camino hacia un mundo pos neoliberal y esto no es posible solo desde una posición defensiva, sino articulando propuestas alternativas, económicas, culturales y sociales, generando reivindicaciones que pongan de manifiesto la disfunción de este sistema (como establecer un salario máximo, entendemos la pobreza y sus causas como un grave problema a vencer, pero rara vez ocurre lo mismo con la riqueza). 

Es el momento de iniciar procesos de movilización y resistencia cívica no violenta que identifique y unifique las diferentes luchas antineoliberales en el conjunto de Europa, con todos los instrumentos a nuestro alcance. Reivindicaciones continentales como la implantación de una tasa a las transacciones financieras y la abolición de los paraísos fiscales. 

En nuestro estado es necesaria una banca pública con respuesta para financiar a pequeñas empresas y familias, instrumentos de lucha eficaces contra la evasión fiscal de las grandes fortunas, una fiscalidad fuertemente progresiva. 

No solo debemos exigir, también debemos construir, alternativas que sean visibles, capaces de integrar otras formas de producir, de consumir, de relacionarse con el medio, donde prioridad sea el bien común, donde el valor no tenga un único sentido. Es desde lo más cercano, desde donde se establecen las bases de esta concepción de la vida y la correa de transmisión de todos estos proyectos no puede ser otra que la democracia activa. 

Desde ATTAC queremos potenciar la convocatoria de huelga general y extenderla a una huelga de carácter social, que implique a trabajadoras y trabajadores, y al conjunto de la ciudadanía en nuestra condición de personas consumidoras, financiadoras y usuarias de servicios públicos. 

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