Manuel Buendía - ATTAC Castilla - la Mancha
El FMI (Fondo Monetario Internacional), por boca de dos de sus cerebros más eximios, Olivier Blanchard y Daniel Leigh, este último jefe de los economistas de la institución, ha admitido en un coloquio económico celebrado el fin de semana de los Magos, “un ligero error informático en sus cálculos”: “De hecho, habían subestimado el impacto negativo de la política de austeridad sobre el crecimiento”, recoge en el digital francés Arret sur images, su fundador Daniel Schneidermann: ”Por lo visto, en un momento de distracción ajustaron mal los ordenadores del FMI. No pensaban que la austeridad iba a secar hasta tal punto la demanda, y por tanto la economía”. Conviene recordar que los dos excelsos “orientadores” de la crisis mundial precisaron (seguramente para salvar su puesto de trabajo) que se manifestaban a título personal, porque de momento el FMI no ha abierto la boca.
La veracidad de esta gran metedura de pata, sigue el autor del comentario, la han confirmado algunas publicaciones « de las serias », como The New York Times, NYT o Bloomberg. “No
sabían, como recuerda Paul Krugman en el NYT, que en economía mis gastos son tus ingresos”. Debe tratarse de una cuestión de formación continua. Habría que conceder algunos días libres a los economistas del FMI para que puedan ponerse al día”.
La cuestión es muy sencilla y hace mucho tiempo que vengo diciéndolo: Si no hay consumo hay decrecimiento, y la crisis se agrava, la demanda cae y los fabricantes tienen que cerrar. Otro tema muy distinto es la aplicación controlada de la teoría del decrecimiento, teoría que defienden grupos de la izquierda ecológica, en la que se alerta de la imposibilidad de mantener un sistema productivo que depreda y agota los recursos naturales, y más en los últimos años en que se han unido los llamados países emergentes que además representan a más de la mitad de la población mundial.
Llevamos demasiadas décadas dejándonos llevar por absurdas teorías de los excelsos economistas que los grandes grupos financieros han puesto al mando de las instituciones económicas occidentales, los gobernantes, como el burro con la zanahoria obedecen ciegamente los mandatos de estos depredadores globales a los que les importa muy poco la salud económica de los países, pues como representantes de los Mercados tienen claro que su fin es exprimir las arcas de unos y otros, y saben que cuando agoten un país habrá otro emergente al que ordeñar.
Nadie se ha parado a pensar que los Mercados, representados por FMI, juegan a la ruleta, y la economía se ha convertido en una ciencia difusa en la que lo que cuenta es el juego especulativo de invertir para sacar beneficios. La economía mundial hasta la segunda gran guerra se basaba en el crecimiento productivo, pero a partir de entonces se fue buscando la globalización, y la economía dejó de ser algo controlado por las políticas nacionales.
El FMI sirve a intereses muy concretos, y sólo tenemos que darnos cuenta quién lo ha dirigido. Rodrigo Rato, en la etapa en que lo dirigió fue una marioneta de las grandes corporaciones financieras, y como tal contribuyó a crear esta crisis actual que padecemos. Cuando Rato dejó el FMI la caída de la economía mundial empezaba a acelerarse, desde ahí se paso a dirigir los destinos de esa macroentidad financiera que era BANKIA, la cual ya sabemos cómo terminó, ahora pasa a la cúpula de TELEFÓNICA, en fin: sin comentarios!
El caso es que como comentaba al principio de este artículo, en su Juego de Tronos particular el FMI calculó mal las coordenadas y el ordenador desvío la ruta de la Nave. Otra vez más la culpa es de un error informático, y los peones de este juego son los gobiernos que, como el español, solo obedecen el Evangelio según San Rato, las consecuencias las sufrimos todos.
¡Ay señor, llévatelos pronto!
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