Rosa María Artal – Comité de Apoyo de ATTAC España
Las recetas que nos está extendiendo el PP nos llevan directos al abismo. Lo mismo que las que nos manda la UE porque son exactamente iguales: neoliberales extremas. Austeridad, reducción del gasto, déficit, déficit, déficit. La canción azul. La que vienen cantando desde que iniciaron su revolución en los ochenta. En España se añade el estribillo de “la herencia”. Trataré de hacer una síntesis de lo que más extensa y detalladamente trato, por ejemplo, en “La energía liberada”. Eso que nos tenían que contar a diario en los medios informativos y con programas especiales en vena.
La revolución neoliberal – experimentada con éxito (para ellos) desde los setenta donde al principio no se viera mucho (Latinoamérica y África, lugares que arrasaron)- se extendió a partir de la caída del Muro de Berlín al Occidente desarrollado, ya que había desaparecido “el enemigo”. Sus líneas de actuación son: Desregulación (supresión de controles al poder financiero por ejemplo que existían previamente), recorte del gasto público (para acabar con el Estado), reforma fiscal que favorece a los más ricos, liberalización del comercio internacional, o privatizaciones. Nos suena ¿no?
A España la hirió de muerte la burbuja inmobiliaria, que infló el PP con su Ley del 98 de liberalización del suelo, aunque ni antes, ni después se hubieran trazado unas líneas sanas de desarrollo. Su fin coincide con la crisis internacional. Les damos cantidades ingentes de dinero (hablamos de billones de euros) a los bancos y las cuentas se resienten. Hay que endeudarse más.
Pero resulta que los mercados sin control operan con unos “productos financieros” que la UE permite y que rayan la estafa. Ya no solo hablamos del poder omnímodo de las agencias privadas de valoración norteamericanas, también están los seguros de impago y otros mecanismos para apostar por la caída de valores (países con ciudadanos dentro) que proporcionan ganancias extraordinarias.
La debilidad de España –como las de Grecia y Portugal, casualmente además con gobiernos socialistas entonces en una mayoría europea de neoliberales-, la convierte en presa de la especulación sobre todo a partir de 2010. La “crisis de la deuda” del verano pasado ha sido una pura especulación también, la definitiva vuelta de tuerca. La pobre Grecia es la excusa.
De este modo, y lo cuentan unos franceses, en los últimos diez años (y acelerado desde que os digo) España ha pagado tres veces toda su deuda, a causa de los elevados intereses: un puro timo legal. No olvidemos tampoco que el banco privado de los bancos privados europeos, es decir el BCE que costeamos con dinero público, presta a los bancos al 1% y ellos lo dan a los Estados al 5% como mínimo. Negocio redondo.
El PP habla para tontos, estoy convencida, al menos para personas que no usan la cabeza para relacionar conceptos. Les dicen que “nadie puede gastar lo que no tiene” (acabo de oír a Monago de Extremadura diciendo que eso es precisamente de tontos no entenderlo). Y, claro, no les hacen ver que, si por ejemplo, se compraran una casa al contado -sin endeudarse-, tendrían que estar sin comer, ni adquirir ropa, ni utilizar un transporte, ni llevar a los niños al colegio o comprarle una prótesis dental al abuelo, en todo el año, o en varios años. Dosificarlo en créditos a un cierto plazo parece lo más lógico. Una cosa así es como funcionan las empresas y los Estados. Y mejor si no se les aplica la usura como se está haciendo ahora mismo.
Pero el PP saca completa la canción azul: De Guindos acaba de anunciar que se va a reducir un 40% la inversión pública. Invocando “la herencia” socialista, anda, sé serio, que la herencia es de papá Milton Friedman. Y qué hermosa casualidad, se reduce justo el sector público (sanidad, educación, etc.). Podíamos atacar a otras patas de la mesa neoliberal: que pagaran impuestos las rentas altas, pero eso no se toca. Luego vendrá el “ambicioso plan de privatizaciones”, de enajenar lo nuestro. Y la gente entregada: “nadie puede gastar más de lo que tiene”, sí, amén; “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, Jesús que malos somos.
Es tan repetitivo el manual que resultaría tedioso si no estuvieran haciendo tantísimo daño. Se desgañitan los premios nobel de economía, Stiglitz y Krugman (y otros muchos economistas) diciendo que esto es un suicidio, llegan a decir que deliberado. Lo es. Pero los vivos se van a lucrar –se están lucrando- lo que jamás creyeron que la sociedad podría soportar. Algunos hasta avisaron. “Si los ricos no pagan impuestos se enfrentarán a una revolución” decía hace tiempo ya Paul Farell, un columnista del neoliberal Wall Street Journal.
La maquinaria neocon arrasa España como una apisonadora con tuneladora y pala mecánica incorporadas -diría que lleva hasta las bombas de racimo de la empresa en la que trabajaba el ministro de defensa-, cargada además de la hedionda caspa ideológica que guardaban en los roperos apolillados a la espera de la victoria. 630.000 parados más anuncia el PP que ya no miente con sus promesas de crear empleo inmediato, siquiera con sueldos y condiciones basura. Es que con la austeridad, con la reducción del sector público, se ahonda la recesión. Quien piense que algo cambiará en 2013 se engaña, pero igual para entonces ya no se acuerdan acunados por los cantos manipuladores de todo el coro neoliberal. Solo que cada vez nos van quedando menos plumas.
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